Sobrevolando un montañoso paisaje en el occidente de Guatemala, entre valles y volcanes, se encuentra la ciudad de Xe Lajúj. Famosa por sus leyendas y sus tradiciones, siendo una de las leyendas más conocidas la de la Siguanaba. La Siguanaba es una mujer hermosa que se aparece a los hombres que por atrevimiento o por infortunio buscan en las pilas, ríos, lagos, a las mujeres que gustan bañarse a las horas donde los hombres están es sus jornadas, o a distancias prudentes para no ser observadas.

 Debemos recordar que hubo un tiempo en que el aseo se daba de forma natural en los pueblos, e incluso en las ciudades cuando aún no llegaba la modernidad. Es por ello que el último en verla dentro de la familia fue el tío abuelo Francisco, por aquel entonces se acostumbraba a compartir pilas, en mi ciudad existen aún algunas de ellas, talladas en piedra, una mezcla entre fuentes y círculos de convivencia, que generalmente las mujeres utilizaban para compartir tareas del hogar, lavar utensilios, ropa, niños, y a veces hasta ducharse. Razón por la que algunos hombres gustaban de espiar esos lugares para ver si con un poco de fortuna se alcanzaba a ver un pecho o una espalda desnuda.

La historia familiar dice que el Francisco Mazariegos , hermano mayor de la abuela, fue enviado a la hora del ocaso de lavar los utensilios de la bisabuela, o por lo menos es lo que se aseguraba, no sabremos si Francisco encontró la excusa para dar una vuelta por aquel lugar para probar su fortuna, lo que nunca imaginó, es que en esa fortuna estaba echada y se llevaría una gran sorpresa. Se contaba que Francisco se acercó discretamente a la fuente rodeada de pilas, cuando a la distancia vio sentada en una orilla a una mujer que vestía una bata blanca de tela ligera y traslúcida, como si entre la desnudez y sus ojos hubiera una ligera niebla que invitaba, pero al mismo tiempo limitaba la visión.

 Francisco se fue acercando para confirmar que esta mujer ostentaba un negro y largo cabello, tan negro era, que Francisco sintió quera un poco más noche. Emocionado por ver de cerca el cuerpo de la hermosa mujer, se acercó sin titubear, hasta que pudo oler en la brisa el aroma de flores que se desprendía cada vez que ella pasaba su peine entre sus manos y aquel largo cabello, Su rostro es hermoso será hermoso pensaba, no puede ser de otra manera.

Mientras se acercaba a un paso que se le hacía eterno, la mujer finge no escucharlo acercarse, continuaba con su labor de peinado una y otra vez, ausente de lo que sucedía a su alrededor. Cuando Francisco estuvo lo suficientemente cerca, el rostro de la mujer empezó a tornarse en una silueta siniestra y fatal, Francisco en ese momento no supo nada más. La familia lo estuvo buscando por horas, y cuando lo encontraron a muchos kilómetros del lugar donde estaba la pila, su rostro aterrado dio cuenta de que se había encontrado algún ser capaz de doblegar el alma de un joven fuerte y valiente como él. 

Los hombres que ven a la Siguanaba quedan tan asustados hasta el punto en que pierden la cabeza. Algunos hombres se suicidan, mientras que otros se vuelven locos. Algunos otros como Francisco Mazariegos necesitaron cuidado y apoyo para recuperarse. Francisco nunca volvió a acercarse a una pila en su vida, y siempre parecía estar corriendo, un trabajador incansable, que no volteaba a ver sobre sus hombros, siempre parecía que evitaba estar parado porque no quería que algo lo alcanzara.

Pacheco, Ernesto. “La Siguanaba”. Festival de la Llorona, 31 de octubre de 2023, Ciudad de Guatemala.